lunes, 22 de junio de 2009

Poética todos los días, Transmetro


Los regresos de la tarde, de bien tarde, tipo 9 pm, ya no esas colas obscenas de las 6, no, solo los turnos más largos. Una joven madre sentada. Blusa negra, cabello negro, dormitando. Su hijo, un niño de no más de 5 años, de piernas delgadas y largas, en pantaloneta. El niño se sienta en el suelo del bus con la intención de detener con sus piernas una de las puertas del transmetro que se abren automáticamente. En cada parada si pie se interpone por unos segundos, igual es poca gente la que sube. Nadie le dirá nada, no habría por qué. Me levanto para bajarme y escucho al niño.
-Mamá, ¿verdad que si mi papá no se hubiera morido me hubiera festejado mi cumpleaños?
-Sí papito -Sigue dormitando.
-Y qué le pasó a mi papá.
-...

Nada más el sonido de las mierdas esas hidráulicas con las que abren las puertas, estas no son intervenidas por el pequeño. Se abren a sus espaldas.

3 comentarios:

Prado dijo...

bueno, de a deveras, bueno.

Juan Pablo Dardón dijo...

Tuve que ponerme a llorar para quitarme este texto de encima.

Moniquita dijo...

OUCH! Un poco demasiado real para mi gusto de viernes, pero como siempre muy bueno... Tu mero fuerte, diría yo! :)

Un abrazo!!!