domingo, 24 de febrero de 2013

una noche en el Mario Camposeco

a la afición superchiva
sobretodo a mi hermano Marvin


Nos quedan cada vez
menos razones.
Nos miramos las manos
peladas,
los labios reventados,
morimos de sed,
mi hermano,
morimos de sed
y llevamos una piedra invisible en la mano,
una piedra que sabemos somatar contra el suelo,
contra el pecho,
una que parte por la mitad las nubes,
sobretodo en esos largos,
fríos,
desoladores días lluviosos.
Apretamos una piedra invisible en la mano
y la hacemos polvo,
polvo de colores,
polvo iluminado de colores,
azul y rojo,
tiras de papel,
matracas escandalosas,
una camisola en la mano
que gira en círculos como las aspas del ventilador
que en vez de convertirse en helicóptero
se convierten en vos,
mi hermano,
en vos saltando con la camisola en el puño,
girando,
gritando,
gritándole al mundo que nos morimos de sed,
que se nos seca la esperanza,
que se nos revientan los labios
y nos sangran los puños
y acá estamos
insistimos,
pasaremos los últimos instantes cantando
porque la afición nunca se sienta,
el partido no se termina cuando se termina
y toda la vida,
si es que eso aún significa algo,
seguiremos acá
brincando,
llorando,
gritando hermosas declaraciones de amor
que pueden, estas sí, partirle en dos el pecho a cualquiera.
Vos me trajiste por primera vez al estadio
cuando aún estábamos en el colegio
y no pensábamos todavía en romperle las ventanas al poder,
vos me trajiste acá
y me salvaste la vida,
de no haber sido así
estaría en algún rincón del país
esperando que la mantilla gris en los ojos
se me volviera blanca
y se la comieran los gusanos.
Porque también en el estadio aprendimos
que la única derrota posible
no es en la cancha
sino en el corazón,
y nos lo han partido tantas veces,
de tantas formas,
y la maldita necedad
de insistir en el amor
nos tiene acá
saltando en el graderío,
abrazando desconocidos
que no son sino hermanos,
haciendo honor al poeta
nos quedamos sin voz
para que todo el pueblo cante
y apriete el corazón en los puños
y se le convierta en polvo de colores
y reviente el azul y el rojo
y se muerda los labios secos en la angustia
y llore a mares sueltos la emoción
y se quede cantando Luna de Xelajú
hasta que todo se oscurezca
definitivamente
y para que eso suceda
aún tienen que derrotarnos en el pecho
y vos y yo sabemos,
mi hermano,
que estos que nos matan las esperanzas
no saben todavía
con qué afición se vinieron a meter.


“El ancho de México es la frontera para nosotros”

En estos días estaré presentando libro nuevo, Central América, un proyecto que inicié en 2011 y que al fin sale la parte literaria a la luz, les comparto acá esta entrevista que me hicieron en El Universal, en méxico, y un videoclip también de la misma época, mientras trabajaba en este libro. 


Aunque ha recorrido las fronteras y se ha centrado en los migrantes centroamericanos en Estados Unidos, Julio Serrano trabaja actualmente en Ensenada, México, en un par de proyectos simultáneos que tienen que ver con frontera y migración, uno de ellos como beneficiario del Programa de Residencias artísticas para creadores de Iberoamérica y de Haití en México.
Al tiempo que trabaja en un libro de poesía que trata ser una especie de revisión de la idea del camino en términos muy generales, en un contexto muy específico de la migración de centroamericanos y en particular de los guatemaltecos, y también en un proyecto documental audiovisual relacionado con migración y frontera.
Estoy trabajando dos cosas simultáneamente, mi presencia en México en este momento es que soy beneficiario del Programa de Residencias de Artistas para el Fonca y estoy trabajando un proyecto relacionado con migración y frontera, por eso estoy en Ensenada. Trabajo en un libro de poesía que trata ser una especie de revisión de la idea del camino en términos muy generales, en un contexto muy específico de la migración de centroamericanos, de guatemaltecos, en específico.
Me enteré que era beneficiario del Fonca cuando estaba en Estados Unidos visitando varios estados, atravesé como 17 estados en mes y medio entrevistándome con centroamericanos allá, fue el primer paso para un proyecto documental audiovisual que estoy trabajando sobre centroamericanos en Estados Unidos.
Lo que me movió es la idea de que Centroamérica es una idea que es bastante difícil de asir, es muy escurridiza la idea de los centroamericanos, si lo ves en términos histórico-políticos está ahí no hay duda y tiene toda una trayectoria que lo explica, pero en términos prácticos y sociales.
Viviendo en Guatemala se me ocurría que en el recorrido de Centroamérica hacia Estados Unidos lo centroamericano se resignificaba y tomaba un sentido que no era el tradicional que tiene que ver con el siglo XIX y los estados americanos en el contexto de la independencias sino con otra idea de lo centroamericanos como juna especie de compañerismo y complicidad para cruzar a los Estados Unidos.
Esa fue la idea que me movió con esa idea me fui a Estados Unidos, pero estando allá me di cuenta que los centroamericanos existimos como una referencia de región geográfica, pero cuando tú hablas con la banda, en realidad lo que existen son los hondureños, salvadoreños, guatemaltecos.
Cada quien está pensando en el imaginario de su país, en su contexto muy específico porque lo centroamericano es algo abstracto que no genera un imaginario colectivo para el centroamericano mismo.
Ahora en Baja California trazando el camino, me he puesto en contacto con los amigos más cercanos y los parientes más queridos que emigraron o han vivido el exilio, que no es lo mismo, pero que yo si quiero trazar un puente entre uno y otros porque creo que sí existe un correlato.
He hecho varias entrevistas, chats y correos, algunos están en Estados Unidos mi hermano en España y varios amigos míos que están ahora en Guatemala en los 80 vivieron el exilio, muchos en México y otros en Costa Rica que son los países que más exiliados guatemaltecos tuvieron.
Para fines prácticos trazar un puente entre exilio y migración genera un contraste valioso, si bien migrar no es una forma de exilio como tal, el resultado del desplazamiento, de qué implica abandonar un espacio, readaptarte en un espacio distinto y cuáles son las condiciones que te obligan a hacerlo, el exilio está ligado a la violencia y lo político, mientras que la migración es por razones económicas, pero no le quita a eso la violencia, la violencia es una constante en ambos casos, eso es lo que me interesa ver y cómo nos podemos entender o reentender a partir de esa tensión del ir y del volver. Eso también es bien grueso, a todos les pareció más complicado volver que haberse ido.
Un amigo guatemalteco en Nueva Orleans me dijo algo que me impactó mucho, me dijo que a nivel histórico hay un correlato, pero fue tajante al decirme: México sí es una frontera. La frase me pegó muy fuerte, porque para Centroamérica la línea es del ancho de México.
Otra amiga que hizo el paso por tierra, me dijo que cuando pasó en 2001 por México ni se enteró, la pasaron de noche y el coyote les dijo "bienvenidos a Estados Unidos". Otro amigo que entró a México exiliado de los 80 también hizo el recorrido de noche, es como si no pasaras por México.
La hermana de mi mamá que cruzó México como indocumentada cuando yo le pedí que me relatara cómo fue: sucedió que me hizo una narración esquizofrénica, no lineal, eso pasa con muchos. Cuando hizo esa narración casi se brincó de la frontera de Guatemala hasta la frontera norte de México, salvó el detalle de que durmió una noche en el DF; si no hubiera dicho eso la narración sería: "salió de Guatemala y llegó a Tijuana".
Toda la parte de la violencia en el paso ha sido bien documentado desde las ciencias sociales y lo audiovisual, pero a nivel de cómo la imaginación que atraviesa México creo que sí se ha hecho poco trabajo.
Cómo recuerdan México los que cruzan a Estados Unidos es algo que me interesa, claro que la violencia que está más allá del tren y los secuestros que está bien documentado, quería abordar lo simbólico y me llama la atención que México en general cuando se habla de migrantes siempre se habla de centroamericanos, pero en cierto sentido el uso del término centroamericano desde México es muy parecido al uso que hacen los gringos del término mexicano, donde todo aquel que no sea gringo y que venga del sur es mexicano.
En el caso de México, lo centroamericano se vuelve una especie de etiqueta que aglutina ese paso de los otros que están atravesando.
Qué representa esto. Uno de los conflictos que tenemos es que pareciera que México y Centroamérica están espalda con espalda, las relaciones económico políticas de Centroamérica están con Estados Unidos, no con México. Eso sorprende que estemos tan lejos,aunque tenemos correlatos históricos tan importantes pero que dejamos pasar por alto.

domingo, 10 de febrero de 2013

Sangre en el paraíso (Manuel José Arce)


 

Total, no pasa nada:
me desangro.
Sé que mi hemoglobina derramada
es como una escupida de borracho frente a la bomba atómica:
total: no pasa nada.
Y si yo estoy enfermo,
también se han muerto de hambre muchos miles
de cientos de millares
más otros.
Y si ahora batallo para adentro,
si peleo conmigo,
Nasser y Moische Dayan se gruñen hoscamente
y eso sí que es de miedo.
Si me dan ganas de patear mi sombra,
de asesinar mi espejo,
fusilar por la espalda mi saco y mi sillón privado,
en realidad no está pasando nada:
en Vietnam piensan ya en bombas atómicas,
los gringos tienen ganas de tirarlas,
y si las tiran se acabó la cosa
para toda la gente.
Total: no pasa nada:
me desangro.
Y sólo se desangra el ciudadano
A-1 19 90 03 de la leve ciudad de Guatemala,
en donde y cuando tantos se desangran,
se desangran de veras,
por heridas legítimas,
de bala,
de no comer,
de estar pobre y enfermo y trabajando.
Total: no pasa nada:
me desangro.
Dicen los médicos que el cuerpo tiene,
más o menos, la suma de seis litros de sangre,
que si uno pierde tres,
nada,
se muere.
Total:
no pasa nada:
de veinticuatro millones quinientos mil seiscientos
ochenta y cuatro
se han derramado apenas
tres litritos:
total: no pasa nada.
No pasa nada,
no,
no pasa nada.
Me estoy diciendo que no pasa nada.

Manuel José Arce