domingo, 16 de enero de 2011

Anatomía del extravío

A mi amigo Fran, que se lo llevaron los pajaritos.

Te das cuenta que no has dejado la infancia cuando descubrís que aún no sabés perder. Me refiero a extraviar, a dejar sobre una mesa invisible algo de nosotros. Los primeros instantes suelen ser iguales, angustia, miedo, dolor; sensibilidad infantil que al parecer no perdemos (ha de ser para preservar la especie, sospecho).
Y no, no queda el recuerdo, queda más bien algo parecido al olvido, vaciado, una larga oscuridad: el espacio. Todo por no saber perder. Pensás en escribir una carta, en escribir un poema, en buscar fotos, en asomarte al corazón de la dimensión desconocida donde está la mesa esa, la invisible (sí, Bart Simpson se mete detrás de las paredes y lo logra, se vuelve 3D); pero repentinamente la cámara hace un close up en tu rostro y estás en tu cama, acostado, con los ojos abiertos, vaya sueños conscientes.
“Así que esta es la muerte”, pensás, porque, efectivamente, esa es la muerte. Y entonces en un arranque de profunda ignorancia abrís el Google y buscás “muerte y cosmovisión maya”, desesperado, sediento de encontrar respuestas, (alt+tab) abrís el reproductor de música, esperas que David Bowie te diga algo, que Dylan, no (alt+tab) un documento nuevo, la página en blanco como fuego en la herida.
A la cama de vuelta, poesía, sí, la poesía, una revisión por los lomos, desesperado, síndrome de abstinencia, droga dura esa de los que ya no están. Vértigo, con la muerte se conoce otro lado de la soledad, y no, la poesía tampoco, ni la nostalgia, ni nada, absurdos cuánticos, sucede que esa sensación que tratás de quitarte es en realidad un nuevo órgano, sorpresas evolutivas, perder eso que perdiste es ganar un órgano, que crece en algún lado, al parecer cerca del corazón (fácilmente observable en las radiografías, es toda la parte negra).
Y un día te levantás, buscás entre la ropa que más te gusta, salís escuchando cualquier cosa, vas, comprás flores, media docena de gerberas estarán bien, caminás por alguna de esas extrañas calles llenas de árboles, guapo, perfumado, con las flores en las manos. Te detenés frente a un árbol, sonreís, dejás las flores al pie y decís, como una oración “buen viaje, hermano”, y volvés a los árboles, y al camino, con un calor tremendo en el nuevo órgano, cerca del corazón, y que de ahora en adelante será donde te duela cada vez que extraviés, ingenuamente, a un bróder.

 

sábado, 8 de enero de 2011

Juan Carlos Plata a pesar del contexto

Hoy sábado 8 de enero, Juan Carlos Plata, mejor conocido como el Pin, se retira del fútbol guatemalteco, los detalles de su carrera los encuentran en cualquier suplemento deportido mañana, domingo, hoy solo algunas líneas para pensar en algunas cosas entorno a este personaje. 
Mi estado en el FB dice "No soy rojo, la selección nacional de fut me parece un fracaso, y en general considero el fútbol nacional como un rito y no como un deporte, pero hay que decirlo ¡sos grande Pin Plata!" y sí, eso pienso. La historia de este broder es la historia de los "sueños impensables en un país como el nuestro" (como se lee en Marimbas del infierno), Guatemala que en las líneas de su mano se ve con claridad ese precepto, estamos construidos a partir de sueños impensables. Hoy leo con tristeza en una columna que en un sitio ponen entre los orgullos "chapines"  que somos de los principales proveedores de café de starbucks... Acá un video de 10 min donde pueden ver con dibujitos (literalmente) y explicadito por Zizek un poco de qué representa ese "orgullo"





Veo con mucha más tristeza un videoclip de una canción que le hicieron de despedida al Pin, definitivamente no me interesa entrar en detalles, simplemente es triste, digamos que parte de las virtudes de Plata es ser parte ya de nuestra cultura, de la cultura popular, detalle imposible de ver para las personas que piensan que el retiro del futbol es su muerte (casi como lo plantea la canción), en ese sentido el reconocimiento desde las ideas (como una forma de articulación de la cultura) para nuestros personajes impensables siguen siendo producto casi exclusivo de la cultura misma, digo, hasta ahora al parecer la cultura sigue siendo la única interesada en leerse a sí misma, hablo de sectores, a la política, a la economía, a los medios y al deporte mismo la cultura le pela la verga, la cultura guatemalteca solo existe como producto de consumo porque, como es evidente, no nos hemos sentado a pensarnos, a articularnos, a inventarnos, de ahí que seamos proyectos impensables. Las valiosas excepciones son y existen y gracias a ellas nos mantenemos de pie, echando punta en estas tierras, mágicas y sagradas. 


Mis respetos desde este espacio para Juan Carlos Plata, para el trabajo que representa y por haber conquistado ese tan escabroso terreno de las aficiones deportivas. Movilizar la afectividad de todo un pueblo es tarea de titanes.




Acá una nota que hice para el Magacín sobre el Pin.