jueves, 14 de abril de 2011

Sala de cine VI



A veces cuando entramos a la sala
pienso que esas imágenes
donde la guerra es un juego heroico
en que la sangre corre por los rostros
como sudor de valientes patriotas
donde los cuerpos dicen sus últimas palabras
en un campo de concentración nazi
mientras los prisioneros hablan entre dientes
para planificar sus rebeliones inmortales
que observa en una película un chico negro
desde un aula de una escuela de blancos
donde sobresale estudiando y cantando hip hop
y enamorándose de una chica hindú
que trabaja para el ejército norteamericano
descubriendo armas armas biológicas
y que sufre la disyuntiva moral
de si todo ese conocimiento deber servir
para matar a 150 mil etíopes
que antes de salir en esa historia
fueron extras en una película de esclavos
donde un abogado blanco del siglo XVIII
se juega el pellejo demostrando
que esos animales encadenados tenían sentimientos
y que en la escena donde un militar
le confronta la osadía de cuestionar la corona
se escucha la misma orquesta
que interpretó la música de la escena
en que un joven apuesto
camina por central park
en una gigantesca alfombra de hojas secas
mientras observa la foto de su esposa
fallecida dos años atrás
y que últimamente se aparece en sus sueños
tratando de advertirle sobre alguna calamidad próxima
que podría transformarle la vida
y que en uno de los sueños se convierte en una niña
que le dibuja un tierno corazón
en una diminuta hoja de cuaderno
donde escribe sus iniciales
al mejor estilo de los años maravillosos
mientras Joe Cocker se desarma la voz
cantando que todo se puede lograr
con una pequeña ayuda de sus amigos
y los niños se besan torpemente
como cuando se encuentra un escarabajo
ante la orilla del mar
y la cámara hace una toma cenital

alejándose por el subconsciente
del muchacho guapo que camina por Central Park
escuchando la orquesta que ameniza los camerinos lastimeros
de un barco lleno de esclavos negros
que luego salen de soldados etíopes
en el cuestionamiento moral de la chica hindú
que amaba con locura al chico estudiante negro
que observa una película de presos de guerra
víctimas de unos nazis malignos
que disparan en un estudio de Hollywood
esperan que lleguemos a creer
que el amor y la guerra
valen los 50 pesos
que pagamos para ver
esta pobre película.
Cuando bastaba
sentarnos en aquella banca
a besarnos sin testigos
y gastar lo mismo
en una botella de vino barato
y una cajetilla de cigarros,
o bueno, sí,
en dos entradas de cine
que nos permitieran comprar
toda la oscuridad.



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Sala I
Sala III

sábado, 9 de abril de 2011

Cultura Libre


Hace algunos meses tuve la oportunidad de compartir con la banda de Xelalug en el CGSOL 2010. Entonces como ahora la discusión sería sobre Cultura libre, fui invitado para discutir otros puntos de vista (que no fueran necesariamente desde la tecnología misma), dado que como escritor, editor y productor audiovisual he procurado promover el uso de licencias libres (Creative Commons para el caso) y a la fecha soy un torpe usuario de Ubuntu, que para mis labores de diseño editorial aún me parto la cabeza aprendiendo a usar Scribus y GIMP, buena parte de esto gracias a mi hermano, Polux.
Ahora me interesa comentarles mi experiencia en la discusión del CGSOL, de la que partiré hablando un poco del medio en el que me muevo. Y sí, el medio cultural puede ser bastante engreído y pesado cuando quiere, hay cierta sensación en ese espacio en el que uno cree que puede opinar algo sobre todo, bastante pretencioso si se quiere ver, aunque conozco valiosísimas excepciones que pueden hacerlo, claro está, de este tipo de personaje hay en todos los medios. Hago esta acotación porque la tarde que preparaba mi “ponencia” pasé varias horas leyendo y anotando el manifiesto GNU de Stallman, consideré (y aún lo mantengo) que es un excelente punto de partida para hablar de Cultura Libre, y que por lo tanto cuestionarlo sería el primer paso a seguir.
Mi intervencińo empezó revisando la propuesta de Stallman, digamos que a los tres minutos de estar hablando dije algo como “lo que Stallman plantea no es una revolución como tal sino un replanteamiento de las condiciones del mercado, en el que el capital encuentre alternativas para otra forma de intercambio”, no sé, fue algo así pero sonó bastante más pesado, el ambiente fresco y relajado del CGSOL (incluyendo algunos diminutos casi imperceptibles octavos de Quetzatleca con rosa de jamaica que circulaban discretamente ante mi más que envidiosa vista), empezó a cambiar hacia una discusión tensa e intensa, interrumpido abrupta y justamente por uno de los presentes, la bomba estalló, empezamos a hablar de la tensión entre revolución industrial y revolución tecnológica, entre las implicaciones políticas del software libre y las implicaciones linguísticas de la palabra política, el volumen de la voz aumentaba exponencialmente y, simbólicamente, la cultura y la tecnología trataban de hacer un pulso ideológico (que estuvo cerca de un démonos verga, también simbólico) , y en medio de aquella acalorada discusión salieron a flote varios puntos que son precisamente los que me interesan rescatar para esta discusión.
No quiero siquiera tratar de definir qué o cómo debemos entender cultura, ni mucho menos cómo entender libre, las formas en que entendemos una u otra son parte de una base ideológica-política de la que no entraremos a discutir en este espacio. Sin embargo me gustaría proponer una relación de pertenencia entre el software libre y la cultura libre. Sin darle muchas vueltas quisiera que aceptaran la propuesta de que el software sibre es una de las manifestaciones de la cultura libre, es decir, el conjunto Cultura Libre aglutina software, música, cine, educación, y seguro un largo etc. Bien, si damos por válida esta idea propongo también la siguiente, la cultura libre surge como una respuesta a una crisis, es decir, alguna anomalía en el sistema histórico-político-social-tecnológico que vivimos nos hizo responder de esta manera, lo que propone Stallman, por ejemplo, es la respuesta a la crisis que él describe en el manifiesto como “Los vendedores de software quieren dividir a los usuarios y conquistarlos, haciendo que cada usuario acuerde no compartir su software con otros.”. Bien, entonces, dado que decidimos hacer esto en respuesta a tal o cual crisis, la consciencia de dicha crisis es el factor común entre la música, la literatura o el software libre, por ejemplo, es decir, entender lo que entendemos como cultura libre, para discplinas distintas, implica entender la crisis a la que estamos respondiendo, por lo tanto, el primero de los grandes puntos que salieron en aquella discusión del CGSOL fue precisamente este, uno de los lazos más fuertes que une al SL con el resto de disciplinas es la consciencia de por qué hacemos esto, así que es imprescindible incluir ese porqué en todo lo que hacemos, lo anterior lo ejemplificaré con un caso de esa discusión en el que un compañero dijo “yo busco humanizar la tecnología, sentarme con un niño en el interior y explicarle cómo hice este software”, lo que considero valioso, pero, dado que ese niño está siendo aplastado por la misma crisis por la cual este compadre hizo aquél software, ¿no sería el primer paso contarle a este niño, por qué lo estoy haciendo?, pienso que el hecho de que me de pavor abrir la ventanita de “terminal” en mi ubuntu, y que siempre ando buscando donde darle click a las cosas, y que en mi interés de aprendizaje está en entender que al utilizar este software estoy acuerpando un modo de entender la realidad  en el que nos oponemos a las grandes crisis sociales que vivimos, entonces les pido por favor que me cuenten primero por qué hacen esto que están haciendo, antes que cómo lo hacen, seguro les entenderé mejor lo segundo, cuando me cuenten lo primero.
El segundo punto de aquella discusión, fue bastante evidente y está ligado totalmente al primero, la crisis a la cual estamos respondiendo al ser parte de la cultura libre, es una crisis que tiene muchas facetas, entenderla exclusivamente desde la tecnología resultaría bastante limitado, la crisis social es interdisciplinaria, básicamente porque como seres sociales tenemos todo en uno, así que el siguiente gran reto es salir de nuestro espacio de confort, y retomo ubuntu esta vez no como instalación de Linux, sino como el concepto filosófico sudafricano, que implica la interrelación entres seres humanos en función del bienestar de la vida, una especie de uno para todos y todos para uno, en este sentido, para entender nuestras crisis y por lo tanto dar base a lo que hacemos, es vital acercarse a las otras disciplinas, la economía, la política, la sociología, las artes, tienen tanto que decirnos como la tecnología misma, así para el ejemplo de esta mesa, el acercamiento entre literatura y tecnología es vital para ambos, para ampliar y aclarar las estrategias y posibilidades de nuestra lucha conjunta para superar nuestras crisis.
Finalmente, el que fuera el punto clave de la discusión del CGSOL, lo que permite cambiar esa condición que nos tiene trabajando en esto, los cambios que anhelamos al ser parte de esta Cultura Libre, son posibles gracias al intercambio del trabajo colectivo, al intercambio de las ideas, de este trabajo colaborativo es basta la experiencia en el desarrollo de software, sin embargo, en el plano de las ideas, es imprescindible que la tecnología sea generadora de opinión, la cultura (refiriéndome a las creación, al arte) y la tecnología son los dos grandes ausentes del debate nacional, y es que sí, y esto es indiscutible, estamos hablando en este FLISOL desde Guatemala, o desde cualquier otro país latinoamericano, y aunque lo estemos viendo en un stream, o siguiendo por cualquier otro canal, nada de esto nos deja fuera de un contexto, un contexto de acción donde las crisis se dan de formas distintas y por lo tanto tienen soluciones distintas, así pues, el debate nacional, para el caso de Guatemala, no cuenta con nuestros puntos de vista, nuestra opinión, nuestros proyectos, nuestros anhelos no parecieran ser de interés para los otros campos donde se discuten los “grandes” temas nacionales, evidentemente este es un espacio que hay que procurar y que hay que ganarse. Por otro lado y volviendo a nuestro punto central como Cultura libre, estas ideas, estas opiniones, estos debates son el combustible de lo que hacemos todos los días, por lo que escribir lo que pensamos es una prioridad para mantenernos, para darle continuidad a nuestros proyectos, en la escritura de nuestras ideas está implícita una puerta abierta a la discusión, una semilla de aporte a soluciones nuevas, un registro de nuestro pensamiento que trasciende en el tiempo, que va más allá de nuestro espacio y que por lo tanto tiene más posibilidades de generar las transformaciones que nos permitan superar las crisis que siempre están ahí.
Resumo pues los retos que, a partir de la discusión en CGSOL, logramos concretar para nuestro trabajo desde la Cultura Libre:
  • Tomar consciencia de la crisis, reflexionar por qué hacemos esto
  • Diálogos interdisciplinarios, no más tekné y areté.
  • Generar opinión, escribir lo que pensamos.
Y entonces, parafraseando una famosa arenga política del movimiento de Mayo del 68 francés, podríamos decir esta tarde desde el FLISOL, no se trata de cambiar de software, se trata de cambiar la vida.  

(leído durante la FLISOL Guatemala, 2011)