Don Rigoberto es mi taxista, el que se parquea a 2 cuadras de mi casa. Hombre sencillo, arrecho y con pocas historias, para ser taxista, igual me viene a traer. A propósito de la reconciliación del mito y la ciencia, este diálogo reconstruido
-¿qué onda usté, qué tal su viaje?
-Bien, don Rigoberto, de a huevo.
-Qué onda, ¿mucha miel de abeja?
-Nel, o bueno sí, chupando un montón y hartándome de a galán.
-Y qué onda cuántas horas se hizo para acá.
-mmmm como 18 con todo y escalas.
-Puchis, un montón vaa usté. Pero mire, ¿el mundo es infinito verdad?
El comentario le venía del corazón, era una reflexión, una máxima de su sabiduría, le salió con un tono de voz distinto esperando a ver qué pensaba yo.
-Eh... bueno, le podemos dar vuelta al mundo, eso fijo.
-Sí, pero si nos vamos para arriba, el mundo es infinito.
...
...
Jaque, Mate.
7 comentarios:
A huevo, el niño que todos llevamos dentro... (sin alburear...jajaja) que ya lo voy conociendo mano.
Ala, he conocido pocas personas (si es que alguna) cuyo mundo sea infinito, infinito en posibilidades, infinito en sueños, infinito en fe?
Es lo que yo digo, la sabiduría no tiene que nada que ver con el estatus social. A veces hasta es inversamente proporcional.
(un poco de matemáticas para tu metafísica ;->)
Un abrazo.
¿ Y por qué no?
Me encatanta cuando rescatas el lenguaje de la cotidianidad?
abrazos
sabiduria??? pero algo nos dejan esos comentarios... no? abrazo!
Buenìsimo.
Gracias a Liniers, encontré una forma gráfica de explicarlo:
http://autoliniers.blogspot.com/2008/09/liniers-macanudo_20.html
Escribir una serie de patanerías (lenguaje de la cotidianidad, dice Navas Dangel, así habla ella seguramente) no me da grandes esperanzas acerca de la literatura guatemalteca actual. Y yo sé que se puede hacer algo mejor y lo espero de un escritor con talento, como usted.
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