viernes, 5 de octubre de 2012

A un cuerpo que guarda silencio


Tendremos que probar
de nuevo aquel fruto.
Decimos noche,
decimos montaña,
compañero,
hermano
y se escucha el sonido de una piedra
cayendo verticalmente hacia el río.
Decimos camino,
sombra de los cuerpos
que se duermen al atardecer,
decimos viento,
barranco,
cuerpos corriendo por el barranco,
decimos miedo,
decimos, casi gritamos,
susurramos
y no se escucha más la piedra
que yace quieta en el fondo de aquel río.

Pequeños círculos concéntricos
se dibujan en nuestra boca,
aliento,
palabra,
decimos tiempo
y es silencio
decimos sueños
y se llena todo de oscuridad.

Enterramos a nuestros muertos
como una semilla
de la que esperamos
broten de nuevo las palabras.
Decimos muerte
el sonido de un trueno.

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