El
silencio
te
hizo
así.
El
silencio
y
una
sombra
que
te
colgaba
en
la
mano
como
baba
que
se
coagula,
algo
así
como
una
moronga
en
el
corazón.
Sentado
no
más,
te
quedaste,
como
lo
habrás
hecho
aquella
noche,
la
del
gatillo
que
te
jalaba
los
huevos,
que
te
jalaba
el
pecho,
el
hígado
y
de
paso
la
lengua
y
la
del
que
tenías
enfrente.
Implica
pues
que
las
noches
son
una
fosa
donde
sigue
enterrada
la
cuerda
que
está
atada
a
un
lado
en
tu
mirada
y
al
otro
a
la
muerte.
Igual,
podés
verme
así,
con
los
ojos
inyectados.
Qué
iba a saber yo,
si
me enteré de tu historia leyendo el diario,
y
qué ibas a saber vos,
y
ellos qué iban a saber,
y
qué
iba
a
saber
la
tierra.
Igual,
los
que
quedaron
hablaron,
y
vos
eras
la
piedra
que
se
hundía
en
el
río,
cada
vez
menos
luz
y
más
silencio.
Veo
tu
foto
ahí
sentado
sin
saber
realmente
en
qué
lado
de
la
cuerda
estamos.
Queda
algo
así
como
la
espera
del
perdón,
quizá
al final las aguas nos empujen juntos hasta el mar.
1 comentario:
"quizá al final las aguas nos empujen juntos hasta el mar."
Cruda y silenciosa poesía Julio.Bien dicen que los poetas ven más allá del velo del bien y del mal.
Abrazos.
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