martes, 22 de mayo de 2012

A un cuerpo sentado en el banquillo



El silencio te hizo así.
El silencio y una sombra que te colgaba en la mano
como baba que se coagula,
algo así como una moronga en el corazón.

Sentado no más, te quedaste,
como lo habrás hecho aquella noche,
la del gatillo que te jalaba los huevos,
que te jalaba el pecho, el hígado
y de paso la lengua y la del que tenías enfrente.
Implica pues que las noches son una fosa
donde sigue enterrada la cuerda
que está atada a un lado en tu mirada
y al otro a la muerte.

Igual, podés verme así, con los ojos inyectados.
Qué iba a saber yo,
si me enteré de tu historia leyendo el diario,
y qué ibas a saber vos,
y ellos qué iban a saber,
y qué iba a saber la tierra.
Igual, los que quedaron hablaron,
y vos eras la piedra que se hundía en el río,
cada vez menos luz y más silencio.

Veo tu foto ahí sentado
sin saber realmente en qué lado de la cuerda estamos.
Queda algo así como la espera del perdón,
quizá al final las aguas nos empujen juntos hasta el mar.

1 comentario:

la-filistea dijo...

"quizá al final las aguas nos empujen juntos hasta el mar."

Cruda y silenciosa poesía Julio.Bien dicen que los poetas ven más allá del velo del bien y del mal.

Abrazos.