viernes, 28 de agosto de 2009

Retrato anónimo

Ayer presentamos en Sophos la reedición del libro de Lorena Flores "Retrato anónimo" que pueden descargar acá.

Les dejo el texto que preparé para la ocasión pues... y mi abrazo para la Lore



Catoptromancia es una palabra complicada, igual que captromancia o enoptromancia. Sí son demasiado rebuscadas y digamos que en nuestro contexto simplemente inutilizables. Y bien, la palabra esta impronunciable, catoptromancia, no es otra cosa que el noble y oculto arte de leer el futuro en espejos. Si, una forma de quiromancia pero en vez de quiro, pues catoptro. Ya está. Veamos una referencia cortesía de Wikipedia:

Pausanias describió la catoptromancia de la siguiente forma:

Frente al templo de Ceres en Patras hay una fuente, separada del templo por una pared, y ahí hay un oráculo, que es muy veraz, no para todo suceso, sino solo para los enfermos. La persona enferma hace descender un espejo suspendido por un hilo hasta que su base toca la superficie del agua, habiendo antes rezado a la diosa y ofrecido incienso. Luego, mirando en el espejo, verá el presagio ya sea de muerte o recuperación, de acuerdo con si su rostro reflejado es el de sí mismo fresco y saludable o con un aspecto fantasmal.

Como cualquier ejercicio adivinitario, este también nos parece absurdo, sin embargo, esa forma de tratar de entender el mundo, yéndonos un paso adelante, no es sino enunciación, invocación organizada de nuestro deseo.

Sale el espejito de la bolsa por ser el signo más inmediato y accesible a la hora de pensar en el retrato, el cuadrito ese que se sostiene con una mano mientras con la otra uno se rasura, o se pinta los labios, o ambas.

Está el rostro y su doble en ese fenómeno óptico. Lo que se supone que es contrapuesto a lo que se supone que se mira. Retrato anónimo es ese dibujo proyectado en el agua, en el reflejo del vidrio. Severo Sarduy en su libro La simulación comenta:

“Esa tachadura del rostro original, mácula en la definición casi huraña del modelo que viene a introducirse como suplemento ruidoso y a perturbar la reflexión –en los dos sentidos del término: concentración mental y reproducción especular- es la escritura.”

“La duplicación del rostro atravesada por la grafía se va separando abriendo: deriva de islotes faciales, placas tectónicas que empuja y separa una magma incadescente de letras: flujo atomizado y naranja de fonemas cortantes, sangre cifrada.”

Así es, la escritura es esa tensión, ese diferencial, esos rayitos que dibujaban en las caricaturas entre el que observa el espejo y el espejo mismo, lo que hay ahí no es aire, es fantasma. El libro de Lorena es entonces la materialización de ese fantasma, llevarlo a las letras, como una especie de tablero guija multimedia, sí, el amazonkindle del inframundo. Un intenso tratado de pequeñas infamias y de cómo afectan esta el devenir de los sujetos refractados:

Seguramente yo tenía razón y ella era otra víctima de las pequeñas infamias. Como si leyera mi mente, preguntó: ¿qué es una pequeña infamia? Aclarándome la voz le dije: son esas cosas aparentemente normales, inocentes y cotidianas al parecer inofensivas pero que terminan amargándote lentamente.

El retrato, -dice Sarduy- el autorretrato como género, ha tenido siempre por objeto la glorificación del sujeto, su elogio franco o solapado, su exaltación al rango del arquetipo. Es justo el ejercicio de este libro, tomar sujetos de ese cristal-espejo para lanzarlos al tablero de la guija, poner a los fantasmas a jugar, a crear un universo paralelo en el que las sombras repentinas sobre el hombro son el estado natural de las cosas. Esa glorificación del sujeto es también una estatización de nosotros y de nuestros miedos, lo cual viene a ser una suerte de conjuro, de limpia, ese rito de limpieza a través del texto hace del escritor una especie de maquillista de cadáveres, como el padre de uno de los personajes del libro:

En la villa no había quien no comentara lo bien que dejaba a los cadáveres. Tenía años perfeccionando su técnica. Con mucha paciencia lograba eliminar las arrugas a tal punto que hacía parecer la piel fresca y lozana. En el caso de algunas señoras que ni en su juventud habían sido bellas quedaban como Madonas del Renacimiento.

Ese maquillaje de muertos viene a ser una de las grandes metáforas del libro, en qué medida el escritor es un diseñador de modas para fantasmas, para los fantasmas y su reflejo que es como el travestismo más sofisticado “estoy muerto pero nel”. ¿Es acaso el escritor ese observador voyeurista de los trabes de la humanidad, de nuestros dolores, de nuestros gozos y nuestros deseos?, es posible, tal y como el personaje del cuento

Papá sentía cierto gozo indescriptible con sus muertos

Esta línea podría, tranquilamente, describirnos como cultura.

Comentando con Lorena sobre mi lectura de Retrato Anónimo surgió el tatuaje como representación de este texto, una escritura permanente y dolorosa que busca premeditadamente transformar nuestra cartografía personal. En ese sentido no podemos entrar a este libro y salir iguales, bastará quitarse la camisa y ponerse frente al espejo para ver, al terminar el texto, una nueva marca. Esas marcas permanentes como pintura sobre nuestro cuerpo como la pintura colgada en la sala que volvió loca a la abuela. Étienne citado por Sarduy “en una sociedad en que todo se desecha, ropa y objetos, tener un tatuaje es un modo de tener algo que nos pertenece definitivamente, para siempre”

La abuela me legó el cuadro, ese mismo día lo descolgué y lo llevé a mi habitación. Todos en algún momento somos perseguidos y todos en algún momento huimos.

Dejo para académicos acuciosos la sugerencia de la relación de los personajes con el padre, en qué medida es esta una reterritorialización del mismo, como una especie de Carta al padre Kafkiana pero a la inversa. Cómo funcionan las relaciones familiares en los personajes de tal manera que familia se convierte en una tela de araña en la que inevitablemente alguien es la araña y alguien la mosca. El extraño papel del hombre como un sujeto deseado pero a la vez esquivo, el que se va, el que se muere, el que guarda silencio.

Celebro pues el relanzamiento de este tablero de guija, esta hermosa e intensa estatización de nuestros fantasmas, celebro el entierro y celebro la muerte de nuestros ancestros y de nosotros mismos porque cuando revivimos venimos con más ganas.


1 comentario:

Duffboy dijo...

Me disparé la edición original hace ratos, ahora deseo revisitar estos fantasmas. Cuanto lamento la hora chapina con la que me perdí esta lectura en vivo. Saludos y enhorabuena por Lorena "Chica Borges".