miércoles, 23 de septiembre de 2009

Chaye


el borde de la luz, su orilla filuda es herida indiscreta en la lengua, chaye es el signo de los litros explotados, chaye es la trampa en la arena gris-venenosa de champerico, chaye es el cabello despeinado de los muros de adobe, el reflejo cotidiano de cuneta donde la luna se acurruca.
El chaye es el ladrido más hostil del perro, es el rechinón transparente de las llantas, es el piquete, la arena hervida y enfriada en seco por un recorrido en el aire y su inevitable explosión en la pared. Cristales son los chayes, dientes de fantasma son los chayes, verduguillos de cristal. Piedra en la ventana, piedra en la botella, piedra en la mirada. Pellizco cuidadoso con dos dedos.

2 comentarios:

Xander dijo...

¿Y que pasa con toda la luz que ha atravesado un cristal antes de que éste sea destruido? ¿Quedarán fotones atrapados en el material? ¿Tiene el vidrio memoria? De ser así, un chaye puede ser un pedazo de un día soleado en plena noche.

igne fatui dijo...

ahhh jodido!! hace tiempo no leía algo tan lleno de imágenes... buenísimo

saludos