lunes, 25 de febrero de 2008

un cuento

Allá viene el Guatemalo, bien malo
el que manda en este barrio, el barrio
tenle miedo al Guatemalo, Guate, Guatemalo
cuando lo vea pasar, listo para liquidar

DS

Dante spinetta, el argentino, no sabía qué estaba haciendo cuando escribió la canción “El Guatemalo". A pesar de que su nombre era bastante desconocido en aquella región de la América Central, un hommie de un loco bien loco no lo dejó pasar por alto. El travieso, como lo conocían, era dueño de un café Internet en el Mezquital, tranquilos, acá no hay pedo, pertenecía a uno de los prestigiosos y reconocidos grupos delincuenciales denominados maras; su hermanito experto en el libre acceso a la información, se dedicaba a entender las complejas dinámicas de los protocolos de intercambio en el Internet, litel creisy era un hacker, para el barrio solo otro hijo de la chingada, sus constantes búsquedas enfocadas en devolverle a la banda lo que le correspondía, lo llevaron al sitio de ese otro argentino, el de la máscara de gas que subía discos enteros para su libre y soberana distribución gratuita, en la bajadera en el café de su hermano, litel creisy se topó con aquel disco que hiciera doblemente famoso al Dante, el heredero del señor Spinetta, “¡¿y este hijo de puta?!”, espetó el adolescente, pobre cerote ya se la comió, añadió mientras la pantalla de su monitor vibraba al ritmo de la melodía.

Dos semanas después un apuesto muchacho de 24 años abordaba un avión rumbo a Argentina, su cuerpo delgado y muy bien formado dejaba sentirse entre los pasajeros de la aeronave, el chico, con mucha calma, saludaba cortésmente a algunas personas que lo miraban extrañados, sí, pero maravillados, todo un caballero él.

La cantidad de dinero que llevaba y la silenciosa sed de venganza colaboraron a que, en poco menos de dos semanas, Maximón, la Virgen de Guadalupe, la Santa Muerte y El Señor de Esquipulas le permitieran vaciarle una tolva entera en la cara al señor este Dante Spinetta. Bien malo, cerote, no te imaginabas cuanto va pisado, ni siquiera tenías idea. Las trompetas funky de la canción se escuchaban al fondo, los pasos del vengador guatemalteco se alejaban, el fade out de la cámara simulaba la agonía del cantante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

cuento malo, bien malo