jueves, 28 de febrero de 2008

ciertos lugares poblados con ciertos desiertos desiertos


Ayer fui al concierto de Silvio Rodríguez con mi hermano Polux y si Toto no viviera tan lejos seguro hubieramos ido los tres serech, a huevos, era una deuda que nos teníamos de una adolescencia feliz, o algo parecido. Fue alegre haber ido, incluso a pesar de
a) haber visto una bocinototota en lugar de ver a Silvio
b) haber expuesto a mis pobres bronquios recién salidos de una extraña congestión a ese frío maldito (pude comprobar la técnica callejera de meterse hojas de periódico bajo el suéter, recomendado para fríos inesperados).
c) del repertorio solo conocía como la mitad, nada de sus últimos tres discos (sí le perdí la pista desde hace varios añitos)

por ahí vi varios rostros conocidos, y sabía que no iba a ver otros varios, de amigos cercanos y muy queridos que con el paso del tiempo les ha ido cayendo mal, muy mal, la trova; a huevos, se aburre uno, o no quiere identificarse con algo con lo que se identifica un montòn de banda con la que uno no se identifica (chanfle!), o simplemente no te gusta, pues sí; a pesar de todo también nos he visto coreando más de alguna rola de silvio bien entrados en tragos, en ese punto cuando a la banda se le cae un cacho la incomodidad y aceptan "simón, tiene rolas chulas, a mí me llega el disco...", pues las tiene, igual es cuestión de gustos... Total, ahí en el graderío se podía ver mucho de nuestra sociedad, cultura y economía:
1) el vasito de agua pura costaba 15 pesos, la chela adentro 30, un shuco de salchica en las entradas del estadio 7, oseasé todo estaba por lo menos al doble del precio.
2) el ambiente fue bastante frío (más allá del clima), la mierda esa de estadio estaba demasiado dividida : general Q90, preferencia Q170, tribuna Q260, oro ?¿, vip Q660, se imaginarán, las gradas atascadas de mara (general, preferencia, tribuna), la gramilla, porcentualmente vacía, casi parecía que los que puedieron pagar VIP pagaron para que el resto no usara su espacio, demasiado verde se miraba toda esa ausencia. Cuando algunos huevudos se metieron de general a oro (como 40 chavos se saltaron la malla), el resto del graderío aplaudimos recio, gritando como si esos pocos representaran el deseo silencioso de esa inmensa mayoría que eramos los de las gradas.
3) mara fresita, mara jiposa, mara de la u, mara del chance, mara de la mara, viejos izquierdosos, viejos derechosos románticos, gringos, rojos y superchivos, niños, doñitas bien, cheguevaros, abercrombis, un mesero brincando y gritando a todo pulmón "una luz segadora, un dísparo de nieve...", guaruras, borrachos, aretes perdidos, nachos con queso, de todo, de todo había en esa onda.
4) al terminar, cuando todos íbamos saliendo, desde las gradas logramos ver un vergueo en VIP, unos 20 valientes fortachones de seguridad "redujeron al orden" a dos bolitos brincones, luego el comentario "si no se arma vergueo no es concierto".

por suerte, no me enfermé más.

3 comentarios:

Juan Pablo Dardón dijo...

Jajajaja, que bonita crónica mano, gracias por compartir con aquellos que no fuimos!

PROSÓDICA dijo...

jejejej que siento que no te la hayas pasado tan bien. La proxima ofrecete de compañia y seguro te la pasas bien jajajaj. Cuidate y buen resumen....carisima la comida, como si no fuera suficiente con la entrada.

Duffboy dijo...

Nachos con queso y Silvio Rodríguez, toda una combinación. Ayer hablaba con una amiga que fue con sus viejos al concierto. La mamá sentía dolor de que, en sus tiempos de subversiva, poseer música de Silvio la hubiera metido en serios problemas, y ahora: el trovador cubano tocando en el Estadio del Ejército. Pura ironía.