miércoles, 7 de abril de 2010

Más consejos prácticos para sobrellevar su propia muerte



Retombée: casualidad acrónica,
isomorfía no contigua,
o,
consecuencia de algo que aún no se ha producido,
parecido con algo que aún no existe. (Severo Sarduy en Barroco)

Resulta que el post anterior lo había publicado originalmente hace ya varios meses, traveseando en las opciones de editar post paré volviéndolo a publicar, una especie de deja vu blogger, vaya sorpresa. Me quedé pensando pues en el tema de la muerte, las muertes, las muertes y el pavor que causa pensarlo, por dos sencillas razones, porque la mediatización de la muerte como una acto violento ya dio sus frutos (mire para atrás, mire a sus lados, el semáforo en rojo es peligroso, la esquina es peligrosa, la noche es peligrosa, etc) y porque luego de buenos años de estarnos machacando la idea del martirio muerte y resurrección de Cristo y luego muerte y pecado, muerte y vida eterna, muerte y culpa, pues también se vuelve cultural (aunque eso no lo quite la violencia).
Y nada, aunque muchas páginas se han dedicado a la muerte, y no dudo en pensar que muchos de los mejores versos también, pienso en esta maravillosa canción de Los tres, en versión Tacuba



Hay un metalenguaje que se vale de las palabras para manifestarse, a veces. Uno que tiene que ver con algo que la lógica nos hizo perder, un lenguaje que hace música con las supercuerdas y con el que sin duda se ha escrito la mejor poesía. Quizá, haber publicado nuevamente el post anterior tenga que ver con ese lenguaje, quien sabe. En todo caso, un consejo práctico para sobrellevar su propia muerte es quédese quieto, total ya está muerto, deje que el metalenguaje le hable.

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